Desde los once años tenía un
deseo que me pulsaba la sien, que palpitaba desde el corazón hasta la muñeca,
que crecía y crecía cuánto más creía en él. Hoy se hizo realidad. Me pasé al
otro bando, a ese bando donde tu nombre figura en un libro. Aunque no sabría si
llamarme bando de los escritores, porque no sé bien cuándo se define, cuando se
atraviesa esa brecha de lo amateur a lo profesional, del intento al ser, de la
modestia al reconocimiento, de la vergüenza de mostrarse al mostrarse completamente.
¿Cuándo se produjo en mi
vida?
¿Cuándo le mostré a
alguien mis cuadernitos?
¿Cuándo abrí mi primer
blog en 2011?
¿Cuándo les conté a mis
amigos?
¿Cuándo me leyó mi
familia?
Tal vez me falten dos tareas
importantes todavía: la de plantar un árbol y tener un hijo.
Para mí me falta sólo una: plantar
el árbol o los árboles para reponer todas las hojas que gasté y digo que me
falta esa solamente porque, aunque no tenga hijos, que me da la sensación de
que tuve un libro. Sí, salió. Se
creó, creció, se desarrolló y lo parí. Lo parimos. Otros compañeros y yo.
Tuvimos una antología.
¿Cómo se llama? Antuna I.
¿Cuánto pesó? 169
páginas.
¿A quién se parece? Tiene
rasgos de todos los padre-madre-autores.
¿Llora mucho? No, sólo
quiere más amigos lectores.
¿Querés uno? Te podés
contactar conmigo vía mail a marti.giacoboni@gmail.com
o a cualquiera de las redes sociales que figuran ahí arriba, en el encabezado.
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Fragmento de Señor Gato
“Busqué el perfume de Natalia
y eché unas gotitas sobre la almohada. Trato de economizar su uso. No es que me
daría vergüenza comprar otro igual, pero ese perfume ya no sería su perfume;
las manos de ella jamás tocarían el nuevo frasco. Sería un frasco lleno de perfume
y vacío de contenido.
Lo devolví a su lugar.
Prendí el ventilador de techo, me hice una bola en la cama, acomodé más o menos
la sábana y me tapé hasta la cabeza, dejando solo un pie afuera y un huequito
para respirar. Sentí al gato acurrucándose entre mis piernas y el borde. Sentí
mi aliento a nicotina. Sentí el olor a Natalia invadiendo mis sentidos. Sentí
el vacío en el otro costado de la cama. Sentí el llanto llegando para quedarse.
Y cuando en el reloj fueron las cuatro y cinco de la mañana, logré conciliar el
sueño pensando en ella, sintiendo su olor de vida, no su olor de hospital, de
enfermedad.”
Qué bonita y original presentación.
ResponderEliminarTe deseo mucho éxito con este libro, y ojala sea el comienzo de otros hijos más.
Un abrazo.
Gracias Elda! Te mando saludos afectuosos.
EliminarPues a cuidar del crecimiento de ese libro, y mis felicitaciones por haberlo sabido y podido poner en marcha. Suerte y mi abrazo
ResponderEliminarLo cuido en una cajita de cristal. ¡Abrazos!
EliminarQue lindo emprendimiento! Mis felicitaciones! Te dejo mi blog por si te interesa: chicadebrillito.blogspot.com
ResponderEliminarFelicidades por el nacimiento ahora como se suele decir, mucha salud para criarlo
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