Hace rato que no veo bien. Hace rato significan exactamente ocho
años desde que lo noté; no sé cuántos más en la ignorancia. Mañana se termina
eso de no ver. Mañana me curan y me moldean las corneas hacia la perfección.
Siento muchas cosas; por ejemplo que voy a extrañar los anteojos, que me va a
costar darme cuenta dónde los dejé porque no los dejé en ninguna parte, que me
los voy a estar arrastrando ficticiamente por el puente de la nariz, que ya
nadie me va a preguntar cuánto aumento tengo por lo chiquititos que se me ven
los ojos a través de los vidrios, que ahora sí se van a dar cuenta cuenta
cuándo estoy llorando (y cuando no), que voy a dejar de ser la de los anteojos
extravagantes para ser la que no usa nada en la cara: me voy a tener que poner
un piercing para solucionar eso. Estos últimos meses antes de la operación se
convirtieron en leer cosas referidas a los ojos, literatura que me ojeó, como
Sangre en el ojo de Lina Meruane o El nervio óptico de María Gainza. También
miré muchas películas. No sé porqué, mi obsesión me dijo que por las
dudas.
Me di cuenta que no veía bien
porque en la escuela, en las pruebas de matemática me iba mal. Creo que me fue
mal todo tercer año hasta que la salvé de pedo en diciembre. Yo iba a profesora
particular siempre antes de las pruebas, un poco porque me iba mal, otro poco
porque me mandaban a hacer todas las actividades extracurriculares que hubiera
en Chajarí en ese momento. En particular los ejercicios me salían perfecto.
Llegaba el día de la prueba y la profesora, que en este caso se llamaba Ma.
Irma, copiaba los ejercicios en el pizarrón y todxs éramos una máquina de
copiar rápido, resolver, dudar, gritar por dentro y entregar la hoja
temblequeando. Algunos se macheteaban, otros no. Yo me anoté un par de veces las
fórmulas en la calculadora científica pero los nervios de ser descubierta en
pleno delito no me dejaban mirar ni una vez. Yo practicaba y practicaba pero
los resultados eran malísimos. Hasta que un día, como en noviembre, me paré con
esas piernas terísiticas que ya ni existen y le pregunté a Ma. Irma que qué
había hecho mal porque resolví todo de vuelta y los resultados me daban
exactamente los que yo había puesto en la prueba. Ella los revisó, dió vuelta,
miró de acá para allá. Estuvimos tooodo el recreo largo mirando la prueba,
evaluando signos, paréntesis y formitas hasta que por allá, justo antes de que
tocara el timbre, a ella se le ocurre corroborar con el examen original. Y el
examen original tenía otros resultados pero los míos estaban bien también. Algo
había pasado: o habíamos cambiado las leyes de la matemática o creer y
reventar. Pero no, había un motivo. En lo que yo había copiado, donde debía ir
un cinco, había un ocho, donde iba un tres yo copié un nueve y así
sucesivamente, tenía todos los números cambiados. Yo me sentaba en el fondo y
efectivamente sabía resolver los ejercicios a la perfección, solamente yo no
veía un pedo.
Al otro día nomás me llevaron
casi de urgencia al oftalmólogo (no sé si era tan urgente pero yo tenía que
salvar el trimestre, y la escuela en casa importaba más que todo), y se
confirmó lo que sospechábamos: 2.50 de aumento en el ojo derecho, 1.75 en el
ojo izquierdo. Volví a casa con unos anteojos blanquísimos, que si se apoyaban
en superficie blanca no se veían, y siempre los perdía hasta que ponía a toda
la familia a buscarlos porque yo, sin anteojos, nada de nada.
Hoy es el último día que uso
éstos marrones que llevo puestos, marrones para encontrarlos muy rápido. Hoy es
el último día que en la nariz voy a tener dos marcas rojísimas porque mi
graduación pesa más que la de 2.50. Hoy me despido de la miopía con 5.50 en el
ojo derecho y 5.00 en el izquierdo, Hoy me despido de los anteojos para empezar
a ver la vida en HD. Hoy me despido de ser la anteojuda para ser sólo la
ojuda.
Los voy a extrañar, compañeros
de visión. Gracias por ayudarme a aprobar matemática y tantas otras materias.
Los quise un montón.
Es genial, ahora existe esa solución y veras que contenta cuando te reconozcas sin nada en la cara. me alegro mucho y te deseo lo mejor. Un abrazo
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