2.3.20

Miopía si astigmatismo no


Hace rato que no veo bien. Hace rato significan exactamente ocho años desde que lo noté; no sé cuántos más en la ignorancia. Mañana se termina eso de no ver. Mañana me curan y me moldean las corneas hacia la perfección. Siento muchas cosas; por ejemplo que voy a extrañar los anteojos, que me va a costar darme cuenta dónde los dejé porque no los dejé en ninguna parte, que me los voy a estar arrastrando ficticiamente por el puente de la nariz, que ya nadie me va a preguntar cuánto aumento tengo por lo chiquititos que se me ven los ojos a través de los vidrios, que ahora sí se van a dar cuenta cuenta cuándo estoy llorando (y cuando no), que voy a dejar de ser la de los anteojos extravagantes para ser la que no usa nada en la cara: me voy a tener que poner un piercing para solucionar eso. Estos últimos meses antes de la operación se convirtieron en leer cosas referidas a los ojos, literatura que me ojeó, como Sangre en el ojo de Lina Meruane o El nervio óptico de María Gainza. También miré muchas películas. No sé porqué, mi obsesión me dijo que por las dudas. 
Me di cuenta que no veía bien porque en la escuela, en las pruebas de matemática me iba mal. Creo que me fue mal todo tercer año hasta que la salvé de pedo en diciembre. Yo iba a profesora particular siempre antes de las pruebas, un poco porque me iba mal, otro poco porque me mandaban a hacer todas las actividades extracurriculares que hubiera en Chajarí en ese momento. En particular los ejercicios me salían perfecto. Llegaba el día de la prueba y la profesora, que en este caso se llamaba Ma. Irma, copiaba los ejercicios en el pizarrón y todxs éramos una máquina de copiar rápido, resolver, dudar, gritar por dentro y entregar la hoja temblequeando. Algunos se macheteaban, otros no. Yo me anoté un par de veces las fórmulas en la calculadora científica pero los nervios de ser descubierta en pleno delito no me dejaban mirar ni una vez. Yo practicaba y practicaba pero los resultados eran malísimos. Hasta que un día, como en noviembre, me paré con esas piernas terísiticas que ya ni existen y le pregunté a Ma. Irma que qué había hecho mal porque resolví todo de vuelta y los resultados me daban exactamente los que yo había puesto en la prueba. Ella los revisó, dió vuelta, miró de acá para allá. Estuvimos tooodo el recreo largo mirando la prueba, evaluando signos, paréntesis y formitas hasta que por allá, justo antes de que tocara el timbre, a ella se le ocurre corroborar con el examen original. Y el examen original tenía otros resultados pero los míos estaban bien también. Algo había pasado: o habíamos cambiado las leyes de la matemática o creer y reventar. Pero no, había un motivo. En lo que yo había copiado, donde debía ir un cinco, había un ocho, donde iba un tres yo copié un nueve y así sucesivamente, tenía todos los números cambiados. Yo me sentaba en el fondo y efectivamente sabía resolver los ejercicios a la perfección, solamente yo no veía un pedo. 
Al otro día nomás me llevaron casi de urgencia al oftalmólogo (no sé si era tan urgente pero yo tenía que salvar el trimestre, y la escuela en casa importaba más que todo), y se confirmó lo que sospechábamos: 2.50 de aumento en el ojo derecho, 1.75 en el ojo izquierdo. Volví a casa con unos anteojos blanquísimos, que si se apoyaban en superficie blanca no se veían, y siempre los perdía hasta que ponía a toda la familia a buscarlos porque yo, sin anteojos, nada de nada. 
Hoy es el último día que uso éstos marrones que llevo puestos, marrones para encontrarlos muy rápido. Hoy es el último día que en la nariz voy a tener dos marcas rojísimas porque mi graduación pesa más que la de 2.50. Hoy me despido de la miopía con 5.50 en el ojo derecho y 5.00 en el izquierdo, Hoy me despido de los anteojos para empezar a ver la vida en HD. Hoy me despido de ser la anteojuda para ser sólo la ojuda. 
Los voy a extrañar, compañeros de visión. Gracias por ayudarme a aprobar matemática y tantas otras materias. Los quise un montón.


1 comentario:

  1. Es genial, ahora existe esa solución y veras que contenta cuando te reconozcas sin nada en la cara. me alegro mucho y te deseo lo mejor. Un abrazo

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