9.6.16

Barranco

El verano nos convierte en peces momentáneos y nos invita a nadar en aguas de las que no sabemos la profundidad, la composición o la temperatura. Nos arrojamos a universos completamente desconocidos con tal de apagar el incendio y refrescar el infierno que rodea nuestro cuerpo y que no nos deja en paz. 

Hacen treinta y ocho grados centígrados y el sol raja la tierra.
Aquí me encuentro yo, al borde de un barranco altísimo, medio agachado, medio encorvado, con los brazos estirados y las palmas juntas, imitando la aleta de un tiburón humano. La cabeza apuntando al ombligo, como siempre me enseñaron que hay que posicionarse para poder lograr un clavado perfecto. Tras observar un momento mi ombligo, su forma me parece extraña, tal vez es por la sangre que está fluyendo hacia mi cabeza producto de la posición extraña y hace que vea cosas que no son. O tal vez, la partera que ayudó a mi mamá a parirme, estaba practicando cómo cortar un cordón umbilical. Porque mi ombligo es horrible, pequeño y sin forma, pero jamás me había importado hasta ahora. Seguramente es porque no quiero lanzarme al vacío y estoy buscando excusas tontas para quedarme parado y seguro en tierra firme.

-¡Vamos! ¡Lánzate! ¿O tienes miedo?- gritan mis amigos que ya se encuentran en el agua, con sus cuerpos enteros, sanos y salvos. No se golpearon al caer y eso no tiene porque ocurrirme a mí. Pero siempre tuve mala suerte, como cuando a los ocho años, caí de un tercer escalón y me fracturé el coxis. Tres meses anduve sentado sobre un horripilante almohadón de goma rojo. Era tan duro que parecía ser de metal en vez de ser de goma. O cuando estaba por dar mi primer beso a los catorce, estando resfriado. Al respirar rápido por la emoción y la excitación, un asqueroso moco verde fluo salió disparado yendo a parar directamente al hermoso suéter que la chica llevaba puesto, quedando impactado cual bala asesina, en el medio de su pecho. Nunca pude olvidar la expresión de asco y repugnancia de ella. Obviamente, el día de mi primer beso, no fue ése.

De repente, vuelvo al lugar donde estoy y dejo de viajar entre mis recuerdos. El miedo recorre mis venas como nunca antes. ¿Estoy temblando? Mis piernas se desequilibran y tiemblan al ritmo del castañeo de mis dientes. El barranco mide veinte altos metros. Uno de mis pies resbala de la piedra en la que estoy parado y mi posición se descoloca totalmente. Quiero evitar lo inevitable pero no lo logro. Estoy cayendo del barranco en una posición extraña. Durante la extensa caída, mi corazón da un vuelco y se siente como cuando se está pronto a dormir, que te despiertas sobresaltado, pero te tranquilizas enseguida, porque sabes que estás en tu cama, protegido y sin estar cayendo de una altura insospechada.

¿Estará fría el agua? Que importa, sólo quiero caer y ya. Mis ojos se cierran, Me llevo la mano a la nariz. Voy a aspirar agua de todas maneras. Hasta que el impacto se produce. El agua ingresa por mis fosas nasales generando la horrible picazón y mini-asfixia que se produce. Mis manos son inútiles haciendo presión. Asomo mi cabeza a la superficie y me doy cuenta. Ya estoy en el agua, seguro pero con el corazón en la boca. Estoy bien. Segundos después siento la adrenalina correr por mi sangre y llegando a mis neuronas. Esto es la gloria. Quiero lanzarme otra vez, aunque sienta miedo.

18 comentarios:

  1. Para mí hace tiempo que esos veranos se acabaron: me toca trabajar igual y estoy lejos del mar :(
    Besos

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  2. Salir de la zona de confort y arriesgar y experimentar y hacer que la adrenalina vuele...

    Besos.

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  3. Pues sí, me ha gustado tu blog :-) y he vivido el relato casi me has hecho sentir palpitar las sienes.
    Un saludo
    JJ

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  4. Me ha gustado mucho tu relato, tiene vida. Yo también me quedo por aquí, espero que nos visitemos a menudo. Un abrazo

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  5. Aspiro el verano entre cada letra.

    Un beso.

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  6. Me recuerdas a Ícaro, desde luego que tus alas no se derretirán.
    Buen vuelo ( salto al agua)

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  7. Me identifico completamente con tus letras ya que estoy viviendo un verano muy agotador. Quizas las altas temperaturas no sean tan destructivas como el infierno que en ocasiones llevamos dentro. Saludos mi reina. Un placer estar aqui y seguirte tambien. Saludos desde Puerto Rico.

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  8. Ciertas veces es bueno sentir miedo, es como que te rompe la rutina y te hace sentir vivo. Te ayuda a ser más valiente y a arriesgar... Porque vida solo hay una.
    Un besito.

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  9. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  10. Ya estamos empezando a ser peces momentáneos ;)
    Precioso, me quedo en tu blog!

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  11. Me ha recordado a que yo también he sentido ese miedo y esa adrenalina al tirarme desde una roca al mar, y luego, esa sensación de euforia que no se parece a nada cotidiano. Cómo dices " esto es la gloria", puede que este verano lo intente otra vez.
    Un saludo

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  12. Bendito verano, ¿qué seríamos sin ellos? Quizás unas mentes con miedos, unas manos con nervios, unos cuerpos anclados al borde de un barranco.
    Mil besos

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  13. Me di un hermoso chapuzón desde tu barranco

    Vencer el miedo, es bañarse de adrenalina


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  14. Saltar al vacío pero encontrar algo abajo que amortigue el golpe no debe estar mal. Un beso.

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  15. ¡Hola! Me gustó mucho la entrada y como escribes ♥
    Un beso grande, nos leemos pronto :)

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  16. Superar esos miedos, como etapas del camino de la vida . Muy bien escrito y descrito, Martina. Un saludo!

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