19.9.16

Revelaciones del tiempo



Aquella mañana hacía tanto calor que la tierra estaba al borde de calcinarse, con los rayos de sol funcionando como fósforos gigantes. Había sudor por todos los cuerpos y las paredes quemaban al tocarlas. Mamá me había puesto ropa que dejaba libres la mayor parte de mis extremidades, me empapó en protector solar con el factor más alto y me peinó con una cola de caballo, bien alta y tan tirante que me achinaba la expresión. La crema me causaba una picazón insoportable en los ojos pero nunca me quejé, percibía su preocupación y la tensión en el ambiente. Rellenó varias botellas con agua helada y nos fuimos de casa para enterarnos de lo que nos esperaba el resto de nuestra vida. Ella no dijo ni una sola palabra durante las cuadras que separaban nuestra casa del Centro de Revelaciones del Tiempo.